Las pensiones se le van de las manos a Escrivá: la deuda de la Seguridad Social se dispara el 33,4%
El ministro José Luis Escrivá se dedica a pedir impuestos para Madrid (para ser desautorizado por su compañera María Jesús Montero), pero tiene la Seguridad Social hecha unos zorros. Su deuda se disparó un 33,4% entre enero y junio hasta marcar un máximo de 92.000 milllones, debido a la insuficiencia de los ingresos para cubrir las pensiones, sobre la que el Gobierno se niega sistemáticamente a actuar.
Este subidón hasta junio implica que el endeudamiento de la Seguridad Social es más de cinco veces mayor que hace cuatro años: en junio de 2017 se encontraba en unos 17.000 millones, como se aprecia en el gráfico. Aunque ya empezó a subir en los últimos meses del Gobierno de Mariano Rajoy, cuando Pedro Sánchez llegó al poder en junio de 2018 andaba todavía en 35.000 millones; ahora es 2,6 veces mayor.
El Banco de España explica en el informe sobre la deuda pública -que marcó nuevo récord histórico en junio en el 122,1% del PIB- que la escalada de la de la Seguridad Social se debe «a los préstamos concedidos por el Estado a la Tesorería General de la Seguridad Social para financiar su desequilibrio presupuestario».
Pagar pensiones de hoy con impuestos de mañana
¿Eso qué significa? Que como la Seguridad Social no recauda lo suficiente con las cotizaciones actuales para pagar las pensiones, el Gobierno le ha prestado dinero de los Presupuestos Generales del Estado para que pueda hacer frente a esos compromisos. Como el Estado también tiene un fuerte déficit, tiene que financiar ese préstamo con deuda pública. De momento, solo ha hecho falta para abonar las pagas extras pero todo apunta a que también harán falta préstamos para pagar las pagas ordinarias en breve.
Es decir, en España estamos pagando las pensiones de los jubilados de hoy con los impuestos que pagarán sus nietos en el futuro para devolver esa deuda. Esos nietos (los jóvenes de hoy) no solo tendrán que hacer frente a esta deuda estratosférica, sino también a las cotizaciones futuras para pagar la pensiones de las nuevas generaciones de jubilados.
Pese a todo, Escrivá sigue insistiendo en el discurso oficial de que «las pensiones están garantizadas», aunque al menos ha admitido que hay un problema «acotado a los baby boomers».
El origen del déficit de la Seguridad Social
Esta dinámica tiene una parte demográfica: cada vez hay más jubilados y cada vez viven más años, con lo que el gasto en pensiones aumenta, mientras que la caída de la natalidad hace que cada vez haya menos cotizantes. Además, las nuevas pensiones son las más altas de la historia porque en los últimos años se ha ido jubilando la generación mejor pagada. Por el lado de los ingresos, además del fuerte paro estructural que padece España (al que se suma el efecto puntual del covid), los bajos salarios se traducen en unas cotizaciones también reducidas. Finalmente, hay que sumar bonificaciones e incentivos a la contratación.
El propio Ministerio de Seguridad Social reconoce un desfase de 11.767 millones entre ingresos y gastos hasta junio. Dado que estas dinámicas no van a remitir a medio plazo, el desequilibrio seguirá creciendo, por lo que se tendrán que incrementar los préstamos del Estado y la deuda crecerá todavía más.
Con este discurso de que las pensiones están garantizadas, el Gobierno no pretende tomar ninguna medida estructural para lograr que sean sostenibles. De hecho, en julio firmó un acuerdo con la CEOE y los sindicatos que impone una revalorización automática con el IPC (y solo cuando sea positivo), penaliza las jubilaciones anticipadas y elimina el «factor de sostenibilidad» que introdujo Rajoy para tratar de paliar el déficit de la Seguridad Social. Así que éste seguirá cubriéndose con deuda pública.